Seguimos posteando sobre algunos aspectos técnicos en las instalaciones de Digital Signage que para los expertos en la materia son sobradamente conocidos, pero que para un público menos habituado en el sector pasan desapercibidos y aun ignotos. Le llega el turno a la controladora de vídeo: una gran desconocida, pero imprescindible para cualquier proyecto que quiera usar las pantallas digitales como medio y canal de comunicación.
Para entender su función, quizás nos puede ayudar entender qué es una tarjeta gráfica. Una tarjeta gráfica es un circuito integrado (chip) que está en la placa base del ordenador, y que se encarga de procesar los datos que vienen de la CPU (la unidad central de procesamiento) y los transforma en una información comprensible que se pueda representar en un dispositivo de salida: un monitor, una TV, un proyector, una pantalla de LEDs, etc.
Sala de control de tráfico ferroviario con pantallas digitales |
Y ahí entran varios datos a tener en cuenta, que definirán los requerimientos técnicos necesarios de la controladora de vídeo y segmentarán los tipos que existen y su graduación de calidad.
Ejemplo de video wall: una controladora para seis pantallas independientes |
Así, por ejemplo, en primer lugar debemos saber cuáles son los formatos de vídeo en los que están configurados los vídeos que queremos emitir. Las siglas de los formatos de vídeo son todo un laberinto (para los profanos), pero cada uno de ellos proviene del lenguaje en el que han sido grabados, los códecs de vídeo usados, y sus características propias (sobre las que no vamos a entrar ahora). Así, tenemos los formatos de vídeo MP4, WMV, AVI, MOV, FLV, MKV, 3GP.
Pantalla LED de gran formato en la Bolsa Mexicana |
No todas las controladoras aceptan esos formatos para el contenido de entrada. O bien no son capaces de interpretarlos para después visualizarlos en un vídeo wall o una pantalla LED. De ahí que los sistemas de conexión entre la controladora y los dispositivos de visualización (los diferentes puertos de salida) también varíen. Nos encontramos con las salidas más frecuentes actualmente: HDMI, VGA o SVGA, DVI. O con otras más minoritarias u obsoletas: DisplayPort, S-Video, Vídeo compuesto, DA-15 (con conector RGB), y otras más antiguas en desuso.
Salidas HDMI, VGA, DVI |
Los motivos pueden ser variados, pero tienen sobre todo que ver con la resolución de emisión, que es la calidad de imagen con la que la veremos proyectada, y el tercer factor que debemos tener en cuenta para clasificar y evaluar una controladora.
Es lógico: no es lo mismo manejar e interpretar la información para que se vea en la pantalla de nuestro ordenador portátil, que para un grupo de 24 pantallas (video wall) de 55 pulgadas de alta definición dispuestas en 6 de ancho x 4 de alto, en cada una de las cuales el contenido es distinto, si bien pueden formar conjuntamente una sola imagen. Y no digamos ya cuando el soporte de visualización es una pantalla LED gigante de 160 metros cuadrados con 160.000 píxeles por metro cuadrado. Para cada caso, la controladora de video deberá contar con procesadores más o menos potentes capaces de gestionar tamaña información.
Pantalla LED gigante en Red Rock Resort, Las Vegas |
Y en tercer lugar, una controladora de vídeo puede estar preparada para recibir información proveniente de varios dispositivos simultáneamente, y / o para repartirlo a otros tantos dispositivos. Todo dependerá de la capacidad de gestión de información de la controladora. Hay vídeo walls de 6 pantallas, y vídeo walls de 60 pantallas. Y pantallas LED de pocos paneles o de decenas de metros cuadrados.
Vídeo wall curvo de gran formato |
Como podéis suponer, en el mercado hay de todas las marcas, tipos y modelos. Los precios no siempre dependen de las características de la controladora, sino también del poder comercial de los fabricantes y de los distribuidores. Lo que sí es cierto es que sin una controladora de vídeo adecuada, toda la inversión hecha en pantallas o en un panel LED quedaría desaprovechada. De ahí que siempre sea necesario trabajar con profesionales, recibir asesoramiento adecuado y dedicarle los recursos suficientes para obtener los resultados esperados.
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